Desde 1995 su creatividad se unificó bajo el nombre Sanaa, que es el estudio que formaron para desarrollar imponentes edificaciones como el edificio de Dior en Tokio, el Rolex Learning Center, el Museo de Arte de Kanazawa, el nuevo museo de arte cintemporaneo de Nueva York, la ampliación del IVAN en Valencia, …Recogieron ayer el premio pritzker de arquitectura. El fallo del jurado resalta del dúo nipón triunfador que sus obras, armónicas y optimistas, parecen sencillas, pero son fruto de la complejidad técnica y un intenso proceso de refinamiento en busca de la esencia de la arquitectura.
Con sus líneas sencillas y alejadas de toda retórica, abogan por una arquitectura «abierta al entorno, perotambién al ser humano».Cuando se sientan a trabajar lo hacen con un concepto en mente: «La apertura del espacio», para integrarse con el entorno pero también fomentar las relaciones entre las personas.
«El espacio varía en función del edificio y su tamaño, pero el concepto de apertura es siempre el mismo», explica Sejima.
Aida Somoza.
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